La búsqueda de respuestas conjuntas y de la producción colectiva de conocimientos en contextos de innovación intensiva, permite contextualizar e indagar sobre cómo cada actor social, responde a una común, pero diferenciada responsabilidad para el desarrollo de políticas, estrategias, medidas sustentables en el tiempo y económicamente viables y más concretas frente al Cambio Climático (CC).

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La búsqueda de respuestas conjuntas y de la producción colectiva de conocimientos en contextos de innovación intensiva, permite contextualizar e indagar sobre cómo cada actor social, responde a una común, pero diferenciada responsabilidad para el desarrollo de políticas, estrategias, medidas sustentables en el tiempo y económicamente viables y más concretas frente al Cambio Climático (CC).

Ante tales efectos, la gestión de sus riesgos implica una mirada estratégica a la denominada Gobernanza adaptativa, y como parte de ese proceso, a la gestión de la comunicación de riesgo como herramienta efectiva para el enfrentamiento de sus impactos y el aumento de la resiliencia y cultura ambiental en la población.

La presente investigación en curso responde al Proyecto de Investigación en curso: Gobernanza adaptativa al Cambio Climático en municipios costeros de Cuba; ejecutado por el Centro de Estudios Multidisciplinarios de Zonas Costeras (CEMZOC) de la Facultad de Construcciones en la Universidad de Oriente, y está asociado al Programa Nacional del Desarrollo Local, aprobado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA) de la República de Cuba.

El análisis de las referencias sobre este tema aterrizado en el contexto de Cuba, así como la aplicación de técnicas para la presente investigación permitieron detectar un conjunto de problemáticas las que indican la necesidad de implementar herramientas de la gestión de comunicación de riesgo para una Gobernanza adaptativa efectiva, lo cual contribuiría al aumento de la percepción ante los riesgos e impactos adversos del CC, fundamentalmente en escenarios de peligro, vulnerabilidad y riesgo como los de la zona costera.

La denominada Gobernanza adaptativa posee un papel fundamental en la gestión del CC, ya que implica necesariamente una mirada estratégica a nivel local, porque es desde este contexto donde se desarrollan prácticas de vida que deben consensuarse desde la cultura, como mediadora de la conducta humana en comunidad, para velar por el correcto manejo de sus recursos. La misma es un tipo de gobernanza ambiental, especialmente útil para lidiar con la incertidumbre y complejidad de los sistemas socio-ecológicos, a través de la interacción dinámica entre actores, redes, organizaciones e instituciones (Chaffin et al., 2014).

Diversos estudios de caso han mostrado que algunos aspectos importantes de la Gobernanza adaptativa son la generación de conocimientos, a partir de la combinación de conocimiento local y científico, la formación de redes y relaciones de confianza entre actores, la presencia de líderes que lleven adelante el proceso, las prácticas de manejo adaptativo, a través de la reflexión y el aprendizaje, e instituciones flexibles en múltiples niveles (Folke et al., 2005).

Es importante considerar que para la gestión del CC en las zonas costeras, se debe trabajar en la reducción tanto de la exposición como de la vulnerabilidad para así contribuir al aumento de la resiliencia a los riesgos e impactos potenciales que pudieran generar los fenómenos extremos. De esta manera, a pesar de que hay riesgos que no pueden eliminarse totalmente, hay que trabajar en conjunto con activa y consciente participación de los diferentes actores sociales en acciones de mitigación y adaptación, de manera que puedan complementarse entre estas medidas para la reducción significativa de los riesgos asociados. (PNUMA, 2004)

En ese proceso de construcción de la gestión de riesgo, específicamente los asociados al fenómeno del CC, la comunicación tiene esencialmente un carácter preventivo y sus efectos se pueden materializar a través de instrumentos prácticos como las estrategias, los planes, las campañas, los manuales de comunicación de riesgos/crisis, estos funcionan como herramientas para el alcance de una gestión de riesgos efectiva al ayudar a descubrir, planificar y evaluar las potenciales dificultades que pueden ocurrir en un determinado entorno, ya que la comunicación posee funciones esenciales como la formativa y la informativa para crear en la ciudadanía una cultura de prevención.

Actualmente, la investigación en comunicación abre puertas a nuevos campos de estudio como la comunicación de riesgo, disciplina emergente desde la cual se hace la identificación y difusión de soluciones ante crisis antropogénicas y ambientales partiendo de escenarios de planeación y prevención. Los riesgos evolucionan y, por tanto, demandan políticas de gestión de riesgo que contribuyan primeramente con la identificación de los elementos que los conforman. El conocimiento de los mismos y su difusión ayudan a evitarla incertidumbre y el potencial de daños que podrían ocasionar, contribuyendo así a mejorar la seguridad de la población. (Rosas Rodríguez, María Eugenia y Barrios Puga, Arturo. 2018)

Para ello es necesario entender lo estratégico de la gestión de la comunicación de riesgo para el alcance de una efectiva Gobernanza adaptativa, ya que constituye una herramienta que contribuye con el impulso, por una parte, de la participación organizada, la elaboración de acuerdos colectivos, la construcción democrática de decisiones, el consenso y la acción de los diferentes actores directamente involucrados en el manejo sustentable de los ecosistemas costeros, y por otra, a detonar procesos comunicacionales que propicien la significación y la comprensión social respecto de la problemática ambiental, que permita la experiencia de construir y valorar la relación equitativa entre las personas como condición de la sustentabilidad (Aparicio, 2016).

Según Martínez Heredia y Téllez Balcázar, 2013, la comunicación en la administración pública o gobierno local dejó de ser una opción para convertirse en una prioridad, pues la exigencia de la comunidad es mayor en cuanto a sus requerimientos y necesidades. Por ello existe un cambio paradigmático de la comunicación en el que se pasa de un modelo básico, lineal y sencillo que propone el funcionalismo, a un modelo que durante la última década ha discutido con mayor intensidad, la sostenibilidad de los cambios sociales, la interacción ciudadana y la participación, como factores claves, sobre todo, en las organizaciones que prestan servicios públicos.

Desde este punto de vista no se puede dejar de mencionar que “la comunicación está relacionada con la sociedad, un escenario donde los sujetos se convierten en actores activos y no en meros espectadores de lo que sucede a su alrededor y vida cotidiana” (Ídem). Visión que se relaciona con lo dicho por Barbero (1987): “en la redefinición de la cultura es clave la comprensión de su naturaleza comunicativa”. Esto se refiere a que el receptor no es un simple decodificador de lo que en el mensaje puso el emisor, sino un productor también.

Partiendo de lo anterior, se puede considerar que como parte de la Gobernanza adaptativa es indispensable, la gestión de la comunicación de riesgo como un proceso estratégico que otorga la posibilidad de diálogo y participación activa y consciente del receptor en el manejo de las necesidades de información y las percepciones ante los riesgos del CC.

Con la aprobación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, por parte de los países miembros de las Naciones Unidas, en septiembre de 2015, se marca un hito histórico: junto con los 17 objetivos y 169 metas de carácter integrado e indivisible que abarcan las esferas económicas, social y ambiental (Naciones Unidas – CEPAL, 2018) se logra consolidar un proceso abierto, democrático y participativo para los gobiernos que actualmente incluyen sus planificaciones en torno a estos objetivos donde el ciudadano es el protagonista de lo que pasa en el entorno social y su participación en la toma de decisiones.

En Cuba, estudios de los últimos años evidencian una proyección del ascenso del nivel medio del mar, de unos 27 cm para el año 2050 y de 85 cm para el 2100. Sobre esta base, como parte de la ejecución del Macroproyecto denominado “Escenarios de peligros y vulnerabilidad de la zona costera cubana, asociados al ascenso del nivel medio del mar para los años 2050 y 2100”, ha permitido estimar que, bajo el escenario proyectado de cambio climático, en el 2050, un total de 119 asentamientos humanos costeros presentan riesgo de ser afectados, mientras se predice que 21 de ellos pudieran desaparecer hasta el 2100, con afectaciones a más de un millón de personas, así como otras consecuencias. (J.A. Cabrera Hernández et al. 2019)

Ante estas evidencias, el sector científico impulsa nuevos paradigmas, más enfocados en lograr el aumento de la resiliencia de los ecosistemas costeros, reduciendo la vulnerabilidad a que pueden estar sometidos, partiendo de los principios y experiencias de la Adaptación Basada en Ecosistemas y la Adaptación Basada en Comunidades (ABEC). (Ídem)

Justamente los resultados de la ciencia y el conocimiento acumulados en materia de sostenibilidad socio-ecológica, han permitido la formulación de políticas, normas jurídicas, estrategias y planes en el empeño de organizar y perfeccionar la gestión ambiental en el país. El punto mayor en las políticas lo ofrecen las Bases del Plan de Desarrollo Económico y Social al 2030 (PNDES, 2030), uno de sus ejes estratégicos es el denominado “Recursos Naturales y Medio Ambiente”, el cual apunta a la necesidad de “Diseñar e implementar un modelo de gestión local y comunitaria con un enfoque medioambiental, que integre bajo la autoridad de los gobiernos territoriales la protección y uso racional de los recursos naturales y la lucha contra la contaminación y las indisciplinas sociales que impacten negativamente en el medio ambiente”.

De ahí el Plan de Estado para el Enfrentamiento al Cambio Climático (2017), comúnmente conocido como “Tarea Vida”, que tiene como principal escenario de acción la zona costera, que incluye la actuación (a través de acciones de mitigación y/o adaptación) de las organizaciones sociales y las comunidades para lo cual es indispensable el incremento de una conciencia sobre la necesidad de conservar, proteger y restaurar los ecosistemas costeros que, a pesar de las múltiples acciones desarrolladas en pos de perfeccionar este proceso, aún la participación ciudadana continúa siendo uno de los retos más importantes.

Más recientemente con la aprobación del Decreto 86 “Del enfrentamiento al Cambio Climático” entre sus objetivos se establecen el fortalecimiento del marco institucional, a partir de la determinación de responsabilidades del Gobierno para atender este acuciante tema, así como promover y priorizar la gestión del riesgo de desastres mediante acciones de mitigación y/o adaptación. Además, actualmente se cuenta con la Ley de Comunicación Social la cual impulsa la implementación de una gestión de comunicación cada vez más efectiva y con enfoque estratégico y transversal en los diferentes procesos de la sociedad.

En el caso de las áreas estratégicas identificadas en la Tarea Vida, localizadas específicamente en la provincia Santiago de Cuba, han constituido escenarios para los estudios de Peligro, Vulnerabilidad y Riesgo (PVR), y por ende campos de acción para la aplicación de múltiples investigaciones como la ubicada en el Consejo Popular “Siboney”, campo de estudio de la investigación en curso.

Para este estudio se revisaron y analizaron documentos e investigaciones (1) y se aplicó un diagnóstico de comunicación dirigido a los habitantes del área de estudio, representantes del gobierno y especialistas de los medios de comunicación del territorio, las que permitieron el levantamiento de un conjunto de problemáticas que, desde la gestión de la comunicación de riesgos por el CC contribuiría a su posible solución, entre ellas se citan las siguientes:

•La necesidad de intensificar la participación social a partir de la insuficiente divulgación de acciones que permitirían la temprana solución de conflictos y el cuidado del medio ambiente;
•Vacíos de información y divulgación sobre los temas del CC y cómo desde la responsabilidad social se contribuiría al desarrollo local y sostenible de su comunidad;
•La agenda mediática enfatiza más en la tendencia de los impactos del cambio climático y no así en las causas y las soluciones con perspectiva local;
•Poca conexión del fenómeno del cambio climático con realidades cercanas en el espacio y tiempo para demostrar que el CC no es futuro sino presente;
•Escasez de acciones de comunicación para elevar el nivel de conocimientos en la población sobre los efectos del CC;
•Necesidad de prestar más atención a la llamada integración de los involucrados en el desarrollo de los planes de desarrollo local;
•La necesidad de que las agendas públicas tributen a la gestión de gobierno y por ende sean abordadas en los medios de comunicación; entre otras.

Ante estas problemáticas urge la gestión de los riesgos e impactos del CC desde una mirada estratégica a la Gobernanza adaptativa, y como parte de ese proceso a la comunicación, ya que tiene especial relevancia como herramienta efectiva mediante la cual se puede influenciar en el cambio de actitudes, valores, prácticas y comportamientos de los actores sociales para el aumento de la percepción del riesgo ante el mencionado fenómeno.

Por ello la autora considera se deben proyectar herramientas de la gestión de comunicación de riesgo que permitan la creación de redes de interrelación entre los diversos actores estratégicos y que faciliten el trámite y la habilidad de los gobiernos para gestionar la toma de decisiones hacia el avance de una Gobernanza adaptativa efectiva a escala territorial ante el impacto del CC.

Fuente: https://utpba.org/comunicacion-de-riesgo-y-el-cambio-climatico-en-cuba/

Comunicación de riesgo y el cambio climático en Cuba (Por: Vivian Díaz López)